La música es un lenguaje universal. Es capaz de suscitar emociones intensas en muchas personas, independientemente del lugar del que procedan y aunque no hablen el mismo idioma. El poder de comunicación de la música -y su capacidad de moldear nuestro estado de ánimo- se debe, entre otros factores, a que los aficionados a la música hemos desarrollado la capacidad de identificar, y asociar, ciertos clichés o tópicos musicales con sentimientos concretos. Los compositores, como es lógico, conocen bien estas asociaciones y utilizan estos tópicos intencionadamente para provocar en nosotros determinadas emociones.
En este artículo os voy a mostrar cómo hacen los compositores para expresar musicalmente dos emociones básicas: la alegría y la tristeza.
La escala mayor y la escala menor: de la alegría a la tristeza cambiando unas pocas notas
Lo primero que debemos hacer para conseguir que una música suene alegre o triste es elegir una gama de sonidos que, de por sí, nos sugieran alegría o tristeza. En nuestro sistema musical esto es relativamente sencillo ya que disponemos de la escala musical y sus dos variantes principales, mayor y menor, que, como veremos a continuación, nos van a servir para representar estos dos estados de ánimo.
Los sonidos “alegres”: la escala mayor
Evidentemente, el concepto de alegre en un arte tan abstracto como la música es algo muy subjetivo. Sin embargo, sí que podemos decir que existe la opinión generalizada de que la escala de Do mayor posee una sonoridad positiva y optimista; de hecho, esta es la escala que todos cantamos de manera espontánea cuando alguien nos pide que cantemos la escala musical (Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Si, Do).
Pues bien, lo que le da el sonido característico a esta escala -y lo que la hace tan apetecible de cantar espontáneamente- es la manera en la que se organizan sus sonidos en base a una estructura de tonos y semitonos (los tonos y los semitonos son unidades de medida de la altura de los sonidos, también llamados intervalos; los tonos son intervalos grandes y los semitonos -el equivalente a medio tono- intervalos pequeños). A continuación, podéis ver cómo se distribuyen los tonos y los semitonos en la escala mayor:
Como podéis comprobar, y podréis escuchar más abajo, los intervalos más pequeños, semitonos, están entre la 3ª y 4ª notas y la 7ª y la 8ª.
Los sonidos “tristes”: la escala menor
Aunque menos popular, para los no iniciados en el lenguaje musical, la escala menor está al mismo nivel de importancia que la escala mayor. La sonoridad de esta escala se asocia con un carácter triste y melancólico.
La escala menor se construye con una estructura diferente de tonos y semitonos que la escala mayor. Por eso, para construir la escala de Do menor emplearemos las mismas notas que para Do mayor pero modificando algunas de ellas (concretamente Mi, La y Si) con alteraciones (bemoles):
Los semitonos se encuentran entre la 2ª y 3ª nota y la 5ª y la 6ª nota.
En el siguiente vídeo podéis escuchar y comparar la sonoridad de ambas escalas. Os recomiendo que la escuchéis varias veces para apreciar bien la diferencia y , si podéis, las cantéis en voz alta:
Convirtiendo una canción infantil en una marcha fúnebre
Una vez entendido el procedimiento para construir las escalas mayores y menores, -y las implicaciones que éstas tienen en el carácter de la música, alegría o tristeza- os propongo un experimento para que comprobéis, con música real, el efecto que se percibe al utilizar una u otra escala.
Lo que haremos será coger una canción infantil muy conocida, Frère Jacques, que está hecha con las notas de Do mayor, y le cambiaremos las notas por las de Do menor.
Imagino que, con lo que hemos visto hasta ahora, podéis ir presintiendo lo que va a suceder en cada uno de los casos:
Interesante, ¿verdad? La versión en Do menor suena realmente triste y melancólica, y, yo diría que, hasta deprimente.
El remate: La marcha fúnebre de Mahler
Si os ha resultado curioso el experimento, entonces no os podéis perder el vídeo que os propongo a continuación. Se trata del tercer movimiento de la primera sinfonía (Titán) del compositor austriaco Gustav Mahler.
Mahler compuso su primera sinfonía en 1889. La obra consta de cuatro movimientos y, concretamente, el tercero lleva como título Marcha fúnebre para la muerte de un cazador. La idea de Mahler era representar, con esta música, el entierro de un cazador que es llevado por un cortejo fúnebre de animales del bosque. Su intención, como os podéis imaginar, era la de realizar una parodia al estilo del cazador cazado. Por eso, Mahler empleó una melodía infantil muy conocida a la que le cambió las notas de la escala (de mayor a menor) con la intención de provocar un poderoso efecto caricaturesco, ¿adivináis cual? !Efectivamente! ¡Frère Jacques!
En el siguiente vídeo veréis cómo la melodía empieza tocada por un contrabajo y, a continuación, le siguen el fagot, los violonchelos, la tuba… que van entrando en canon, hasta el minuto 2:35. Después de esta sección aparece una nueva melodía, muy melancólica, y de una belleza difícil de describir con palabras. Os animo a que escuchéis el movimiento entero y que, cuando dispongáis de tiempo, disfrutéis la sinfonía completa porque ¡no tiene desperdicio!
¡Hasta el próximo artículo!
Como siempre, pensamientos muy interesantes!
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¡Muchas gracias Jim! Un fuerte abrazo
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No has podido elegir mejor ejemplo y mejor versión Luis. Inmenso Dudamel y la orquesta.
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Sí, es una excelente versión. El talento de Dudamel está fuera de toda duda. Maravilloso en la expresividad y en el manejo de los diferentes tempi de la pieza.
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Pingback: Dos minuetos en Sol menor: 1.- El conocidísimo de Bach, que tampoco | Ancha es mi casa
Me parece muy util este post, y ademas con ejemplos sencillos.
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Muchas gracias, celebro que te haya servido. Un saludo
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