¡Escucha esta música! Mozart, Concierto para piano nº 20

En su corta vida, 35 años, Mozart fue capaz de componer más de 600 obras. Piezas de todos los estilos y para todos los gustos: óperas, sinfonías, conciertos, música de cámara… En total 240 horas de música que nos mantendrían diez días sin dormir en el caso de que quisiéramos escucharla sin interrupciones.

Pero, como no se trata de que nadie se quede sin dormir ni de apabullaros con una larga lista de las mejores obras del músico austriaco, os propongo la escucha -junto con una pequeña guía de audición- de uno de mis conciertos para piano favoritos del genio de Salzburgo: El concierto para piano y orquesta nº 20.

¿Por qué escuchar El concierto para piano y orquesta nº 20 de Mozart?

Es bien sabido que Mozart, además de un genial compositor, fue un magnífico pianista. No en vano se encargó personalmente de estrenar e interpretar una gran parte de su amplia producción para teclado: 27 conciertos, 18 sonatas, fantasías, rondós, variaciones… Podemos afirmar, por tanto, que el piano fue un gran confidente para Mozart y que por medio de este instrumento logró plasmar muchos de sus anhelos y sentimientos más profundos. Y es precisamente en el terreno de las grandes emociones en el que este concierto alcanza cotas insuperables.

Pese a que el carácter general del concierto es dramático y con un cierto aire de melancolía (está escrito en la tonalidad de re menor como el Requiem) en su escucha pasaremos casi por todas la emociones imaginables: euforia, nostalgia, júbilo, tristeza, alegría… El concierto nº 20 es un excitante viaje a través de un gran variedad de sensaciones y de estados de ánimo.

A continuación podéis escuchar los tres movimientos que componen esta fantástica obra, con una breve explicación de los acontecimientos más destacables en cada uno de ellos.

Primer movimiento: Allegro

El primer movimiento arranca con una introducción orquestal iniciada por las cuerdas (violines, violas, cellos y contrabajos). Se abre paso una melodía sincopada en re menor que, en combinación con unos rápidos tresillos de semicorcheas, generan un ambiente de gran tensión y dramatismo. La intensidad de la introducción va creciendo paulatinamente alternando tuttis -la orquesta tocando al completo- y pasajes más suaves que son interpretados por los violines y la sección de viento madera (flautas, oboes y fagots). Hacia el minuto 2:15 la tensión se va relajando progresivamente hasta que en el minuto 2:26 entra el piano solista.

La entrada del piano es maravillosa, casi mágica, pues parece como si entrara pidiendo permiso; atemorizado ante la orquesta el instrumento solista solo es capaz de articular una melodía deslavazada pero de una ternura arrebatadora. A continuación, tras esta aparición en solitario, la orquesta retoma la música de la introducción y el piano se integra en el tejido orquestal por medio de un flujo constante de semicorcheas.

El pasaje de semicorcheas da paso a la presentación del segundo tema musical (min. 4:00), en fa mayor, que posee un carácter más decidido y menos temeroso que el primer tema; lo presenta el piano y le responden los oboes acompañados por unos fagots graciosamente saltarines. Tras otra secuencia de escalas y arpegios por parte del piano y un breve pasaje orquestal se cierra la primera sección del movimiento: la exposición.

A partir de aquí (min. 5:55) comienza el desarrollo, en el que la orquesta y el piano se van a tratar de tú a tú. Escucharemos el primer tema del piano tres veces en las tonalidades de fa mayor, sol menor y mi bemol mayor. A continuación, una nueva sección de ágiles arpegios modulantes desembocan en la reexposición (min. 7:40) que nos traerá de nuevo la música del inicio del concierto, con la novedad de que el piano ya se encuentra plenamente integrado en la orquesta y de que, además, el segundo tema será presentado en la tonalidad principal: re menor (min. 0:00 del segundo vídeo). Esta sección nos conduce al punto culminante del movimiento: la cadencia.

La cadencia (min. 2:20) es el momento en el que el piano se queda solo. La pianista muestra en este momento todo su virtuosismo técnico y musical. Desde el punto de vista compositivo, la cadencia consiste en rememorar y reelaborar los elementos musicales que se han utilizado a lo largo del movimiento. Es importante saber que en la época de Mozart las cadencias se improvisaban en el momento de la interpretación, pero con el tiempo se fue perdiendo esta costumbre y en la acualidad los pianistas prefieren tocar una de las muchas cadencias que hay ya escritas, tanto por el propio compositor como por otros compositores. En este caso, la que escuchamos es la fabulosa cadencia que escribió Beethoven para este concierto.

Tras la cadencia, el movimiento se cierra con un breve epílogo a cargo de la orquesta.

Segundo movimiento: Romance

El segundo movimiento se abre con una delicadísima y enternecedora melodía -algo así como una nana o un arrullo- presentada por el piano. La orquesta responde, a continuación, y entre el piano y la orquesta completan el tema de la introducción. Tras estos primeros compases, la solista comienza a desarrollar una elocuente melodía, de gran expresividad y lirismo, acompañada con extrema suavidad por las cuerdas (min. 1:52). La sección se cierra con la vuelta de la melodía inicial manteniendo el carácter plácido y sereno de todo el fragmento.
De repente (min. 4:00), como si de una fuerte tormenta de verano se tratase, un acorde en sol menor irrumpe propulsando al piano -que despliega unas rápidas melodías arpegiadas- a lo largo de los siguientes pentagramas. Tras este episodio, la agitación llega a su fin por medio de un ritardando rítmico (min. 6:25) que nos devuelve a la calma del tema inicial y que cierra el movimiento dando forma a una equilibrada estructura ternaria A-B-A.

Tercer movimiento: Allegro assai

El tercer movimiento comienza con una vigorosa melodía presentada por la solista. Al piano le responden las cuerdas, que comienzan a desarrollar un fragmento de gran tensión (pareciera que los instrumentos de la orquesta compitiesen entre ellos para imponerse). Tras el tutti, el piano retoma el protagonismo con una melodía más pausada (min. 1:00) que nos recuerda al primer tema del primer movimiento. Esta melodía evoluciona a través de una sección modulante hasta desembocar en un nuevo tema en fa mayor muy alegre y cantarín (min. 2:08) que, en un suspiro, nos conducirá de nuevo al tema inicial del movimiento.

A partir de aquí comienza una especie de desarrollo en el que pasaremos por las tonalidades de la menor, sol menor, y vuelta a re menor (min. 4:00) con un maravilloso juego pregunta-respuesta entre el piano y el viento madera ( flautas y oboes). A continuación, escucharemos el tema cantarín con un tono más oscuro (min. 4:50) debido a que está en re menor en lugar del fa mayor original. Un breve pasaje nos conduce a la cadencia (min. 5:30).

La salida de la cadencia retoma el tema inicial e inmediatamente, casi sin darnos cuenta, Mozart nos sorprende con un último giro de guion: un repentino cambio de tonalidad de re menor a re mayor (min. 6:55) que transforma por completo el carácter de la música (no solo de este último movimiento sino del concierto entero). Pasamos, por arte de birlibirloque, del drama y la melancolía a la jovialidad y la alegría mas exultante. Un motivo final de seis notas introducido por los metales cierra el concierto consiguiendo, por fin, sacarnos una enorme sonrisa.

El concierto para instrumento solista

Cuando en el ámbito musical nos referimos a la palabra concierto podemos estar refiriéndonos a dos conceptos diferentes. Por un lado, el concierto es la representación e interpretación pública de piezas musicales, pero además de esta acepción, el término concierto se usa también para indicar una forma muy concreta de organizar la música que surge en el siglo XVII y que llega hasta nuestros días. En este sentido, el concierto (que procede del término concertar) es una pieza musical que consta de un instrumento solista y una orquesta con la que dialoga y que le sirve de fondo o acompañamiento. Por eso encontraremos conciertos para piano y orquesta, concierto para flauta y orquesta, para violín, para clarinete, etc.

(*) La versión del concierto nº 20 que os propongo está interpretada por la pianista Mitsuko Uchida. Tiene la peculiaridad de que la pianista toca y dirige a la orquesta a la vez. Esto, que en la época de Mozart era lo habitual, no es tan frecuente hoy en día y lo normal es que la orquesta la dirija un director dejando al pianista libre para centrarse en la parte solista. En este enlace podéis escuchar el concierto entero sin interrupciones: aquí.

¡Hasta el próximo artículo!

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4 comentarios en “¡Escucha esta música! Mozart, Concierto para piano nº 20

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