El origen del nombre de las notas: ¿por qué el do se llama do?

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Una de las preguntas más recurrentes en mis clases de lenguaje musical, y que más intriga a los alumnos principiantes, es: ¿por qué las notas musicales tienen esos nombres tan característicos?, o también, ¿quién se inventó el nombre de las notas? Pues bien, lo que podría parecer una pregunta inocente y sin mucha enjundia en realidad encierra una curiosa historia que me gustaría compartir con vosotros.¡Vamos a ello!

Para todo músico, la historia de la notación musical es una historia apasionante. El proceso que lleva desde los orígenes de la música, en la que esta solo podía transmitirse de forma oral, hasta los tiempos en los que se desarrolla un sistema de escritura musical completo, es largo y complejo. Durante cientos de años la notación musical ha ido evolucionando gracias a grandes hallazgos y soluciones inteligentes. Y uno de estos grandes avances, como no podría ser de otro modo, fue el de ponerle nombre a los sonidos musicales.

Los primeros en ponerle nombre a las notas -y de sentar las bases de la teoría musical moderna- fueron los griegos de la Grecia clásica. Los antiguos griegos utilizaron las letras del alfabeto para identificar los sonidos, de modo que cada sonido musical se correspondía con una letra del abecedario (A es la, B es si, C es do, D es re, etc.). Esta notación pese a su ambigüedad se sigue empleando en la actualidad en los países del ámbito anglosajón.

Muy bien, y entonces, ¿quién le puso los nombres de do, re, mi, fa, sol,… a las notas musicales?

Guido d´Arezzo el padre de la notación musical

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Guido d´Arezzo fue un monje benedictino y teórico musical que vivió en el siglo XI en Italia. Entre sus grandes preocupaciones estaba la de facilitar el estudio de la música en los monasterios. D´Arezzo trabajó sin descanso para darle coherencia a la teoría musical de su época y desarrolló un método que hoy en día es mundialmente conocido: el solfeo. Además, creó una escala de 21 sonidos; desarrolló un ingenioso sistema que utiliza la mano para memorizar las notas y le puso las lineas horizontales a la partitura (las precursoras del pentagrama). ¡Ahí es nada! Pero si por algo se ha ganado el reconocimiento universal es por haber bautizado a las notas musicales con el nombre con el que las conocemos en la actualidad. ¿Cómo lo hizo?

Con la intención de mejorar el aprendizaje musical, Guido d´Arezzo decidió que había que unificar el nombre de las notas para que todos los músicos pudieran hablar el mismo idioma (musical, se entiende). Para ello, se le ocurrió usar como referencia un himno a San Juan Bautista que se cantaba mucho por aquel entonces, y que había sido compuesto por otro monje también benedictino llamado Pablo el Diácono: Ut quaeant laxis.

La particularidad de este himno es que que cada una de las notas con las que se canta la primera silaba de un hemistiquio sigue fielmente la estructura de tonos y semitonos de la escala diatónica-tono, tono, semitono, tono, tono-. Por eso, al memorizar la melodía del himno los monjes podían retener estas relaciones entre las notas y entonar correctamente cualquier partitura. A continuación podéis leer el texto del himno y ver su partitura:

Ut queut-queant-laxis-recortadaant laxis
Resonare fibris
Mira gestorum
Famuli tuorum
Solve polluti
Labii reatum
Sancte Ioannes.

Cuya traducción podría ser algo así como: Para que tus siervos puedan cantar libremente las maravillas de tus actos, elimina toda mancha de culpa de sus labios impuros, San Juan.

 

En el siguiente vídeo podéis escuchar el himno:

Como se puede ver, cada verso comienza con una de las silabas de las notas musicales: ut (do), re, mi, fa, sol, la. También podemos observar que Guido solo le puso nombre a seis de los siete sonidos musicales y que el primer sonido se llamaba ut , en lugar de do. En la teoría musical de Guido dArezzo las escalas eran de tan solo seis sonidos (hexacordo) y la nota si era de afinación variable y, por tanto, difícil de definir. El si lo incorporó a la escala el músico español Bartolomé Ramos de Pareja en 1482 utilizando las iniciales de Sancte Ioanes.

Habrá que esperar hasta el siglo XVII para que el musicólogo italiano Battista Doni cambiara el nombre de ut por el de do. Este cambio estaba justificado para facilitar la entonación, ya que es más fácil cantar una sílaba acabada en vocal que en consonante (aunque en la notación alemana actual se sigue utilizando ut). Según la versión oficial, Battista Doni se inspiró en la palabra Dominus (Señor) para ponerle el nombre a la nota, sin embargo, algunas malas lenguas afirman que nuestro querido Doni tuvo un irresistible ataque de vanidad y no pudo sustraerse a la tentación de inspirarse en su apellido para rebautizar a la nota más famosa de la escala.
¡Hasta el próximo artículo!

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